Erasmus

La «Experiencia Erasmus»

 

 

Bueno, después de varias semanas de ausencia pienso contar un poco mis impresiones sobre la “Experiencia Erasmus”.  No soy solo yo, somos unos cuantos universitarios de toda Europa y también de Estados Unidos, Canadá, Australia, Asia y un poco de todo el mundo que aunque su intercambio no caiga bajo la estricta categoría de Erasmus todos vivimos lo mismo durante estos cuatro meses. ¿Sentimiento predominante? Fugacidad de la vida. Parece que el mundo se acaba mañana, todos hablan de aprovechar, de disfrutar, de conocer, de viajar. Cada quien interpreta “aprovechar” a su manera, para unos es una cosa y para otros es otra, para la mayoría las clases y el estudio no suelen clasificar como parte del “aprovechamiento” sino que son el precio a pagar por el resto de experiencias. Carpe diem all the way.

Para mi esto conlleva un “sentimiento de provisionalidad” contra el que he intentado lucha durante los últimos años de mi vida pero que aquí se acentúa. Y es que cuando las cosas son así, cuando sabes que solo vas a estar unos meses o unos años en un lugar, por un lado te montas la película de las grandes cosas que hay que aprovechar pero por otro lado las pequeñas cosas te parecen poco importantes y la excusa es que para qué preocuparse de las cosas pequeñas o de lo que requiere mucho esfuerzo si “total, solo voy a estar aquí unos meses”. Y hasta cierto punto es verdad, la excusa es válida: esto no es para siempre, así que no vale la pena el esfuerzo de hacer las cosas tan bien, de echar raíces.

Es difícil hacer las cosas bien, hacer amigos de verdad sabiendo que en pocos meses se van a volver a separar. La solución más sencilla es evitarse la molestia y dedicarse a pasársela bien, sin necesidad de entrar en las incomodidades de las amistades verdaderas y de las cosas importantes. ¿Para qué voy a meterme a pensar en cosas difíciles, para qué decorar mi cuarto, para qué limpiar la cocina o conocer la ciudad, la cultura y sus tradiciones,  para qué entrar en conversaciones profundas que solo traen problemas si todo esto para mi es tan solo provisional? Pero luego piensas que la vida es así. Esta vida es provisional, se acaba y no es para siempre y entonces la excusa se te desmorona. Y entonces te das cuenta que si vale la pena hacerlo para 50 años, para 5 años, entonces vale la pena hacerlo para 4 meses o 5 días.  Y que medir el valor de las personas en el tiempo que estarán contigo es egoísta. Entonces, cuando te propones conocer a las personas y te adentras en lo que verdaderamente les importa, en lo que piensan y en lo que les preocupa, cuando las empiezas a comprender y las valoras por lo que son,  te das cuenta que no es necesario un “para siempre” sino que basta un momento. Y si basta un momento, basta un Erasmus.