Inglaterra

History on the making


Llevo ya una semana en Oxford y empiezo a preocuparme porque con lo que me queda de semestre no tendré suficiente tiempo para ver y hacer todo lo que quiero. Sin embargo, he de decir que me siento satisfecha con tan solo caminar por las calles del centro de la universidad europea (pardon me, Cambridge), tomarme una cerveza (o Ale) en el mismo bar donde los Inklings discutían y leían sus escritos o ir a la pequeña iglesia donde Newman predicó y se forjó el Movimiento de Oxford.

En fin, es impresionante vivir en una ciudad en donde se ha hecho tanta historia (o por lo menos se ha educado a tantos que hicieron historia). Todavía no he tenido la oportunidad de ir a sentarme tranquilamente a leer en la Bodleian pero está claro que no me voy de aquí sin antes escribir aunque sea una carta en las mesas donde se escribió The Hobbit.

Sin embargo, quizá lo que me ha parecido más impresionante de todo esto no son solo las paredes llenas de historia sino más bien que las paredes siguen vivas. La universidad mantiene viva la historia, la investigación, los conocimientos. Se admira a todos los célebres que estudiaron en las bibliotecas de los distintos colleges de la ciudad, pero más importante que eso son los estudiantes que ahora recorren sus pasillos y mantienen viva la tradición universitaria. Esos estudiantes que se pasean por la ciudad con sus trajes académicos y nos recuerdan que por muy lejos que los grandes hayan llegado antes que nosotros, siempre se puede ir más lejos, siempre se puede aprender más. Aun con todo lo que la humanidad ha logrado, existen cosas que son viejas, muy viejas y a la vez siempre nuevas.